Desde mediados de esta década los astrónomos y astrofísicos se han afanado por encontrar al misterioso Planeta Nueve, un supuesto gran planeta con una masa de diez veces la de la Tierra en los confines de nuestro Sistema Solar, más allá de Neptuno. Su existencia explicaría el raro comportamiento de los objetos transneptunianos, una suerte de colección de pequeños cuerpos que parecen estar influenciados por la gravedad de este enigmático mundo aún sin descubrir. Sin embargo, ¿estamos realmente seguros de que existe?

Una nueva investigación de la Universidad de Pensilvania publicada de momento en el sitio de preimpresión Arxiv cuestiona esta teoría. El estudio se basa en los datos del Dark Energy Survey (DES), que barrio gran parte de la zona de rocas espaciales en los confines exteriores que viajan juntas en una órbita alargada (supuestamente a causa del influjo del Planeta Nueve). Sin embargo, el análisis dio unos resultados bastante desalentadores para los amantes de la búsqueda del planeta perdido.

“No habríamos formulado la idea del Planeta Nueve si nuestros datos fueran los únicos que existieran”, afirma a New Scientist el autor principal, Pedro H. Bernardinelli, quien explica que sus resultados concluyen que la región lejana habitada por numerosos objetos pequeños están distribuidos de forma uniforme y no agrupados, como se apunta en otras investigaciones. Y Bernardelli sabe de lo que habla, ya que este mismo año ha publicado otro estudio en el que halló 316 objetos transneptunianos, incluidos 139 planetas menores. Es decir, que al hacer un “mapa” de los objetos de la zona y observar su distribución, el Planeta Nueve no sería necesario para explicar su órbita.

“A medida que encontramos más de estos objetos distantes, la distribución comienza a verse más uniforme”, explica por su parte Samantha Lawler, de la Universidad de Regina (Canadá), que aunque no participó en el estudio, fue consultada por New Scientist. “Esto es bastante malo para la idea del Planeta Nueve”, reconoce la astrónoma, quien sin embargo dice que no habría que descartar por completo la idea de este gigante en los confines de nuestro vecindario cósmico.

Y, de hecho, los autores de la investigación están de acuerdo con la conclusión de Lawler: si bien los datos escrutados no requieren una hipótesis del Planeta Nueve para ser coherentes, admiten que “la cobertura limitada del cielo y del recuento de objetos significan, sin embargo, que los datos del DES de ninguna manera contradicen esta idea”. Es decir, la pregunta sigue sin respuesta.